La mejor ciudad del mundo
Por imanrique | El 01/10/2025 | Comentarios (0)
Cuando éramos chavales entre los años 70 y 80 del pasado siglo las vacaciones de verano eran el tiempo que transcurría entre los Sanmarciales y las fiestas de Onyarbi, Dos meses largos por delante que prometían todo tipo de actividades y aventuras por las calles y plazas de nuestra ciudad. Tiempos en los que con un simple balón y no te digo ya con una bicicleta tenías la sensación de abarcar medio mundo. No teníamos móviles, ni por tanto whatsapp, ni consolas y tampoco preocupaciones, salvo las 2 horas preceptivas de digestión antes de poder zambullirte en la piscina o en la playa. El tiempo lo marcaban el día y la noche y creo que, en general, estábamos convencidos de vivir en la mejor ciudad del mundo.
50 años después sigo pensando que vivo en la mejor ciudad del mundo pero también tengo claro que hay aspectos que nos alejan bastante de serlo objetivamente porque así se empeñan en ponerlo de manifiesto determinadas cuestiones fundamentales en nuestro día a día, y a la cabeza de las cuales está la seguridad o, mejor dicho, la falta de seguridad que sufrimos y que no distingue entre niños, jóvenes o adultos, afectando a hombres y mujeres de cualquier edad y condición.
Al menos así nos lo habéis hecho llegar muchos comerciantes, hosteleros, asociaciones de vecinos y vecinos particulares, madres y padres de jóvenes que están angustiados porque les roban, porque no se atreven a salir de casa a determinadas horas o a pasar por ciertos lugares haciendo deporte, porque sufren acoso o intimidaciones, porque son mujeres, o porque son mayores.
Vivir con miedo no es vivir. No podemos aceptar ni mucho menos “normalizar” esta situación resignándonos a decir que no depende de nosotros, que no está en nuestra mano. Cuando éramos niños a la vuelta del verano empezaba un nuevo curso, cargado de ilusión, cargado de expectativas.
Cuando eres un servidor público, la vuelta del verano, sigue viniendo cargada de ilusión y de expectativas pero también de la responsabilidad que supone representar y defender el derecho de los ciudadanos a gozar de una calidad de vida plena.
No podemos contemporizar, no podemos mirar hacia otro lado ni ponernos de perfil, las preocupaciones de los ciudadanos son nuestras preocupaciones, podremos estar más o menos acertados, pero lo que no se concibe es que no nos dejemos la piel en el empeño desde el primer minuto.